jueves, 3 de febrero de 2011

ALGUNAS COSAS


De las bondades de la ley de atracción
Supongamos que repito una y mil veces “voy a organizarme en los estudios voy a organizarme en los estudios”, entonces todos los astros trabajan por mí mientras me tiro en el sillón a ver intrusos y rascarme el ombligo, que son dos formas de decir lo mismo.

Mal día
¡Psiquiátrica! me gritan mientras me calzo las botas y salgo sin siquiera prenderme la gabardina. Me hubiese detenido en el jardín  para putearlos como se merecían, pero me mordí la lengua y me tiré a la noche sin decir una palabra. Bajé por Pitanga sin sortear los charcos, sin abrir el paraguas, sin mirar a ningún lado. Iba a toda velocidad mientras la lluvia me golpeaba la cara.
 "Mierda, hoy termina Montecristo" me acordé al doblar la esquina."mal día para revelarse"Di vuelta a la manzana y volví a casa resignada. Mañana lo intentaría nuevamente.
Algunos no tenemos dignidad.


Fábula 1

Una madrugada, a la vuelta de un baile, un tipo pidió a los planchas que fumaban porro contra la puerta del bondi, que por favor apagaran eso que la muchacha estaba embarazada. Cesira no se dio por aludida hasta que uno de los planchas invocó al resto a apagar el faso, mientras la señalaba y repetía la palabra “embarazada” con especial ímpetu.
El tipo, que la había preñado de improvisto y usado como excusa para conmover a los planchas, porque ya no aguantaba más el humo, la miró con aire casi protector y agregó, “además nos hace mal a nosotros”.
Ella le devolvió el gesto fraternal y lo convidó a irse a la reconcha de su madre.

Moraleja: antes de hablar de la panza agena, fíjese en su propia pelada.

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