viernes, 11 de marzo de 2011

HISTORIAS JUVENILES

Fragmento de "El laberinto de las ilusiones"
Historias para jóvenes
Escrito por Chesi, si te gusta-o si no- dejanos tu comentario...
no te desubiques soquete, disfrutalo-o no, eso depende-

Capítulo 1;

Ya eran casi las ocho de la noche y Carla repetía por quinta vez que no entendía para qué venía el tío Juan, si ellas ya podían cuidarse solas. –Además que el tío no sirve para absolutamente nada más que comer y dormir- repetía exasperada.
Carla y Ricitos-sí, la habían apodado así - estaban solas desde el lunes y de eso hacía ya cuatro días. Su padre, Ernesto, se había ido a Chile por un intercambio como profesor de la Universidad y ellas habían quedado a cargo de la casa. El intercambio duraría alrededor de seis meses y el tío Juan le había prometido a Ernesto que vendría a vivir con ellas mientras durara su estadía en el extranjero.
El tío tenía setenta años, era flaco y un poco encorvado, siempre sonriente y bastante haragán.  También estaba medio sordo, o eso decía cuando le convenía. 
Ahora  estaban en la terminal de autobuses esperando el 145 desde Arrosina.
¡Ahí viene!- exclamó  Carla precipitándose hacia el andén.
El autobús se estacionó con cuidado y los pasajeros comenzaron a descender uno a uno. El tío fue uno de los últimos en bajarse, cargado de bolsos y con los lentes un poco torcidos.
-¡Hola!- saludó Ricitos con entusiasmo y se acercó para abrazarlo. Juan se echó hacia atrás confundido. -¡Vaya que es confianzuda la gente por estos pagos!-
-¡Soy Ricitos tío!-
-¡¿Ricitos?! –y soltó una carcajada maliciosa-¿la del cuento?...¡y vos debes ser oso junior!- dijo señalando a Carla. –Muy gracioso…-contestó fastidiada- Ricitos, creo que se le soltó del todo el tornillo.-
-Soy Andrea tío, alias Ricitos-
Juan enarcó una ceja y la observó confundido. –Hummm… ¡pero qué cambiada están!
-Si te acomodaras los lentes el mundo sería otro- le recordó. Juan sonrió y centró las gafas sobre su nariz arrugada. -¡Ahora sí!
De regreso a su casa, Carla y Ricitos cargaban el equipaje mientras el tío las escoltaba sin ningún peso, quejándose de su dolor de espalda y de  las complicaciones de los setenta. Estaban por doblar en la esquina de Giuya y Santturios, cuando se toparon con una muchacha, un poco mayor que Ricitos, quien con tono alterado les preguntó si por casualidad habían visto a un muchacho alto, flaco, de pelo morocho y alborotado. Ellos negaban con la cabeza cuando justo detrás de ella apareció el sujeto que acababa de describir, sonriendo de oreja a oreja y sosteniendo una filmadora con su mano izquierda. –¡Juli¡-exclamó entusiasmado. Ella se volteó de repente y se enfrentó al lente de la cámara que le enfocaba justo en la nariz. Se apartó bruscamente y se lo quedó mirando con los ojos echando chispas y la boca un poco temblorosa. –Finalmente la encontramos…-dijo el muchacho esta vez para la cámara-…parece que Juli se ha dedicado a hacer nuevos amigos.- Entonces dirigió la cámara primero a Carla y Ricitos, quienes lo miraban con un signo de interrogación sobre la frente y después al tío, que se encargó de sonreír a la cámara y hasta tirarle una guiñada.
Julieta lo miraba enfurecida posiblemente a punto de explotar en gritos.
-¿qué pasa Juli, por qué esa cara?- insistió él, haciéndole un primerísimo primer plano. -¿No te cayeron bien tus nuevos amigos? ¿o el jovato de acá te hizo una broma de mal gusto?-
El tío Juan no se dio por aludido y siguió acomodándose el jopo por si acaso la cámara volvía a enfocarlo. Julieta carraspeó un poco su garganta y tomo aire para tranquilizarse.
-Antes de asesinarte, Gonzalo…-dijo lentamente conteniendo el aire-…explicame YA por qué demoraste tanto.-
El abrió la boca pero ella volvió a hablar, esta vez elevando el tono. –Hace DOS horas que te estoy esperando y se suponía que sólo te llevaría DIEZ minutos llevar la moto al taller y volver. Creí que quizá teníamos mal la dirección y que te habías demorado buscando un taller nuevo. Entonces fui hasta allí y adiviná…el taller sí estaba  justo ahí y no solo eso sino que además, los mecánicos me aseguraron que hacía ya unos VEINTE minutos, un muchacho alto, flaco –y yo agregaría con cara de estúpido- había pasado y les había dejado una moto amarilla.- se detuvo para tomar aire y entonces agregó –Yo saco mis conclusiones y entonces me pregunto ¡¿DÓNDE CORNO TE METISTE, PEDAZO DE UN ZAPALLO MAL HERVIDO?!-
Él bajo la cámara y la miró confundido- Pero muñeca, estas muy alterada…solamente me quedé filmando un poco la ciudad…-
-¡FILMANDO!-repitió ya sacada de quicio -¡TE QUEDASTE FILMANDO Y ME DEJASTE SÓLA EN EL MEDIO DE LA NADA!-
-Creí que estabas entretenida haciendo sociales…-pero no fue un buen argumento, porque ella explotó en sollozos y se llevó las manos a la cara para que no la vieran llorar.
-¡Es que me robaron, Gonzalo!¡Me robaron todo!-
Entonces él se dio cuenta, le miró los brazos y los hombros, no tenía ningún bolso de mano, ninguna mochila colgando de sus hombros. Se precipitó sobre ella y la rodeó fuerte con sus brazos. Ella apretó la cara contra su pecho soltando lágrimas en su remera.
-Perdoname Juli, perdoname, perdoname, perdoname, por Dios Julieta, perdoname-
Permanecieron abrazados y el tío les preguntó si los podían ayudar en algo. Entonces Julieta Y Gonzalo explicaron que venían desde lejos, que hacía ya tres días que venían viajando en su moto y que esta había tenido un problema y por eso la llevaron al taller que les habían recomendado. Pero mientras Gonzalo buscaba la dirección que el almacenero le había anotado en un papelito, Julieta se había quedado en la plaza cuidando los bolsos. Pero él había demorado tanto que ella salió a buscarlo y fue en una de las calles desoladas de Ovun donde la asaltaron y robaron todo, mochilas y bolsos, plata y carpa. Gonzalo dijo tener algo de dinero para pagar el arreglo de la moto, pero que ni siquiera le alcanzaría para comprar más nafta. Entonces el tío los invitó a quedarse por esa noche, que ellos podrían tirarles un par de colchones y que al día siguiente podrían ver cómo solucionar el problema. Ricitos lo miró con los ojos casi fuera de órbita…¿en serio estaba invitando a dos completos desconocidos a SU casa? ¿a dormir a su casa? Miró a Carla nerviosa pero ésta parecía estar tan conmovida como el tío Juan, quien ahora especificaba que también deberían comer algo y que ella-Ricitos- estría a gusto de cocinarles algo.
Gonzalo y Julieta no tenían mucha opción y agradecidos aceptaron la invitación. Claro que, un poco avergonzados.
<Creo que hoy Feronio va a dormir en el jardín> pensó Ricitos fastidiada<porque el tío Juan va a dormir en su cucha>
….

Preguntas frecuentes:
1)¿Dónde queda Ovun?
Respuesta: no sabemos, está inventado y no teníamos ganas de describirlo. Algún día se ajustarán los detalles.
2)¿Por qué Ricitos?
Pésimo nombre, lo sabemos…pero si cambiábamos el apodo después teníamos que modificar el chiste del tío Juan y tampoco teníamos ganas.
3)¿Por qué no se van a trabajar en vez de escribir pelotudeces?
Respuesta: mejor no hay respuesta.
Recordamos, dejanos tu comentario así sabemos si nos podemos dedicar a la literatura juvenil o mejor nos dedicamos a otra cosa. Sé lo más amable posible,
Desde ya muchas gracias.
Chesi, Dasim y cía. (Todos nombres artísticos para que no nos puteen por la calle)
Sean felices

jueves, 3 de febrero de 2011

ALGUNAS COSAS


De las bondades de la ley de atracción
Supongamos que repito una y mil veces “voy a organizarme en los estudios voy a organizarme en los estudios”, entonces todos los astros trabajan por mí mientras me tiro en el sillón a ver intrusos y rascarme el ombligo, que son dos formas de decir lo mismo.

Mal día
¡Psiquiátrica! me gritan mientras me calzo las botas y salgo sin siquiera prenderme la gabardina. Me hubiese detenido en el jardín  para putearlos como se merecían, pero me mordí la lengua y me tiré a la noche sin decir una palabra. Bajé por Pitanga sin sortear los charcos, sin abrir el paraguas, sin mirar a ningún lado. Iba a toda velocidad mientras la lluvia me golpeaba la cara.
 "Mierda, hoy termina Montecristo" me acordé al doblar la esquina."mal día para revelarse"Di vuelta a la manzana y volví a casa resignada. Mañana lo intentaría nuevamente.
Algunos no tenemos dignidad.


Fábula 1

Una madrugada, a la vuelta de un baile, un tipo pidió a los planchas que fumaban porro contra la puerta del bondi, que por favor apagaran eso que la muchacha estaba embarazada. Cesira no se dio por aludida hasta que uno de los planchas invocó al resto a apagar el faso, mientras la señalaba y repetía la palabra “embarazada” con especial ímpetu.
El tipo, que la había preñado de improvisto y usado como excusa para conmover a los planchas, porque ya no aguantaba más el humo, la miró con aire casi protector y agregó, “además nos hace mal a nosotros”.
Ella le devolvió el gesto fraternal y lo convidó a irse a la reconcha de su madre.

Moraleja: antes de hablar de la panza agena, fíjese en su propia pelada.

jueves, 20 de enero de 2011

Dos horas y media en la sala de espera

No sé cuántos éramos, quizá quince, esperando turno para la oculista. Ya habían pasado cuarenta minutos y la eminente doctora no se había aparecido todavía. Al lado mío había un hombre con su hija de once años apoyándole la cabecita contra el hombro. La niña tenía el pelo negro hasta la cintura recogido en una cola de caballo baja. Llevaba una remera de Nacional y unos championes de resortes. Tuve que mirarla dos veces para identificar su sexo, sin saber si era una pequeña marimacho o un niño cumbiero.
A mi derecha había tres viejas. La que estaba justo al lado mío hacía sus mayores esfuerzos por integrarse a las otras dos, con comentarios del estilo “parece que vamos a tener que dormir la siesta acá” o “pongase el saquito sobre los pies que se va a enfriar”(porque una de ellas tenía suecos). Pero en un momento que se vio marginada, extrajo un librillo de su cartera y se lo puso a leer. Miré de reojo la tapa Las recetas de la hermana Bernarda.
Había en la otra punta de la sala, una bebe cuyos llantos comenzaban a irritarnos a todos. Lloraba, gritaba, y la madre, una mujer más flaquita que la bebe rozagante, intentaba callarla consciente de la creciente tensión común. Cerré los ojos y me imaginé saltando de mi asiento y echándome sobre la nena desquiciante, estrangulándole el cuello y levantándola en el aire sin dejarle aliento. ¡¡¡CALLATE UN RATITO!!!. Me hizo acordar a mi perra Perry, que en sus picos de histeria me inspira la misma violencia. Imaginé a todas las viejas gritando desesperadas ante semejante psicópata y sonreí satisfecha. Pero imaginé también al morocho robusto que esperaba contra la puerta, golpeándome a puño cerrado en la cara para que soltara a la niña. Entonces decidí que prefería los gritos.

Un sueño soñaba anoche

Cuando desperté ya estábamos por llegar. Me sentía todavía en sueños. Miré por la ventanilla la ciudad y me sentí rara, como flotando en cierto surrealismo.
Los edificios eran negros y parecían no tener ventanas, las calles estaban vacías, ni autos ni gente ni perros hurgando en la basura, sólo faroles alumbrando las esquinas.
Dentro del auto éramos varios; mis padres, mi hermano, Martín y muchos de mis amigos. El auto era enorme y todos iban cantando y riéndose, menos yo que me sentía mareada.
 -¿estás bien?- me preguntó Martín acomodándome el pelo que se me había despeinado mientras dormía. Me dio un beso y sin esperar a que le respondiera siguió riéndose con Fabián y Marcelo.
Nos metimos por una calle en bajada y doblamos en la primera esquina. En aquella calle no había faroles, ni nada que alumbrara, ni siquiera luna. El auto se detuvo.
_Si es tan amable, apague la luz del vehículo.- pidió el cuida coches. -Es por razones de seguridad.-explicó. –Nada debe llamar la atención.-
Papá apagó la luz y quedamos totalmente a oscuras.
–Dígame, ¿hasta que hora puedo dejar el coche?
-Debe recogerlo antes de que amanezca. Como comprenderá  debemos cerrar antes de que salga el sol.-
Descendimos del auto, agradecimos al cuida coches y nos alejamos.
-Este estacionamiento es el más seguro que conozco.- nos dijo papá orgulloso – Somos pocos los que sabemos que existe y menos los que sabemos como llegar a él. –
Subimos a la avenida principal y caminamos hasta meternos en un callejón tristemente iluminado. No había nadie más que nosotros, silenciosos, envueltos en la pesadez de una noche de verano.
-Yo voy para AFRODITA- dijo Fabiány se escabulló de repente.
El resto arrastramos los pies hasta la última fachada del callejón, “fUN fUN DISCO PUB” decía el cartel luminoso de la entrada.
_¿Qué les parece?_ preguntó papá simulando estar entusiasmado.
Ni siquiera le contestamos y resignados nos metimos en aquella covacha nocturna, no sin antes pagar 100 pesos por cabeza al pelado de la puerta. El boliche era inmenso y tenía el piso blanco y negro al mejor estilo ajedrez. Había tres barras y muchas bolas de vidrio colgando del techo. Sólo una luz blanca estaba encendida, no sonaba música alguna y éramos los únicos además del pelado de la puerta.
-Esto es raro...- se extrañó Fabián.- ¿Qué está pasando?-
-.Pasa que recién son las once.- le respondí consultando mi reloj –Ningún boliche abre tan temprano.-
-Si no estuviera abierto no nos hubieran dejado entrar.-
El pelado se  acercó para decirnos que a media noche tocaría un grupo de música tropical.
Una hora más tarde llegaron 5 tipos vestidos de amarillo. Todos flacos, de pelo hasta la cintura, negro enrulado, y saturado de gel. Los acompañaba un gordo con la camisa desprendida a la altura del pecho peludo. Este hablaba con el pelado sin sacarse el escarbadientes de la boca.  Los de amarillo se ubicaron en medio de la pista, sin instrumentos ni nada, acomodándose las melenas. El más bajito, el líder,  tenía un micrófono en la mano  “1,2,3 probando...” y se comunicaba por señas con el DJ, cuya presencia hasta entonces no habíamos advertido.
....

Esto es un sueño, qué sueño tiene un desenlace dentro de un margen de coherencia? qué sueño tiene un desenlace?
Si, ya se, es una porquería.

Uruguay por el tercer puesto

URUGUAY POR EL TERCER PUESTO

Sábado diez de julio. Hoy es el último partido de Uruguay en el mundial. Según el pulpo cornudo marchamos.
Estoy en Salinas esperando ómnibus para Atlántida. Es mediodía y hay olor a fútbol. Más que a fútbol, a pasión celeste.
En el arco un tipo montó un stan con todo el varieté de banderas, bufandas y gorros de la celeste. Tiene el equipo de audio a todo trapo, repitiendo una y otra vez el CD que armó para la ocasión, con temas como “Soy Celeste”, la de Jaime del maracanaso y “Vayan pelando las chauchas”.
Hay dos mujeres del otro lado del arco, con un stan demasiado improvisado y berreta: una mesita de plástico llena de pastillas IceKiss, figuritas del mundial y alguna que otra bandera de pésima calidad. Deben estar desesperadas por vender algo, porque cuando crucé Julieta camino a Antel, me miraron con expectativa creyendo que iba hacia ellas.
Acá al lado de la parada hay otro tipo con banderas y bufandas. No parece haber sido bien asesorado en materia de marketing, y espanta a los clientes pegando desagradables chillidos con la babucera que no se saca de la boca.
Su hijo se entretiene poniendo cuetes en la parada. Lo vi esconderse atrás de la camioneta de su padre, con cara de pillo, tapándose los oídos. Yo misma reía maliciosamente para mis adentros cuando una vieja se acercó distraída a dónde estaba la bomba.
Ahora suena la inagotable “Give me freedom, give me fire” .
Todos los autos tienen banderín, hasta los taxis. Otro cuetaso. Un hombre intenta arrancar su vieja camioneta de fletes, putea al aire, una y otra vez la enciende y se vuelve a apagar. “David Bisbal y la re concha de tu hermana” dice mientras se baja.
Un auto para en la luz roja y una vieja(¿por qué hay tantas viejas?)le pregunta al de la babucera “cuánto salen las de tela”. “220” le dice el tipo. No es capaz de agradecerle y apreta el acelerador ni bien cambia a luz verde.
 Pucha que hay gente ordinaria.

jueves, 19 de agosto de 2010

Día uno

Me quedo nerviosa frente a la computadora. Me como las uñas, pienso ¿cómo voy a inaugurar esto? No se me ocurre nada original. Un mate, otro mate. Esta agua ya está fría. Estoy segura de que tengo algunas ideas en mi cuarto, entre los libros, cuadernos y tazas de café de hace una semana. Me pregunto si alguien va a leer esto, o sí voy a gastar mi esperanza cada vez q emocionada abra el blog y encuentre una visita más que la vez anterior, osea, la mía propia.